Hace unos días me encontré con un articulo sobre la famosa Androide Sophia: Crítica de la razón cibernética: intentamos hablar de filosofía con un robot.

Lo primero que me vino a la mente a causa de del efecto “valle inquietante” fue este otro artículo de Ciencia Ficción Vs I.A. titulado: Interestellar, “…hey TARS ¿cuál es tu parámetro de honestidad?” donde prescinden de una forma antropomórfica para TARS que sin embargo se expresa como nosotros. Poniendo así en tela de juicio la necesidad real de dar un aspecto humano a los robots que tengan que interactuar con nosotros. Evitando así el efecto de valle inquietante sobre la que tengo una opinión, una hipótesis que va un poco más allá de lo que he leído sobre ello hasta el momento.

Me llama la atención el siguiente párrafo:

Tener un cuerpo supone una ventaja para un “robot social”, como califican a Sophia en Hanson. Según Guzmán, la gente se anima a hacer más preguntas a un robot con cara y ojos. Además, y como escribía el periodista Jon Ronson en un reportaje en el que hablaba con varios de estos aparatos, cuando entrevistas a un robot “sientes la necesidad de ser profundo”, al tener la sensación de comunicarte con algo que no parece humano. Por ejemplo, a Siri le preguntamos qué tiempo hará mañana o si hay mucho tráfico. De Sophia queremos saber si le da miedo que la apaguen para siempre.

¿Hasta que punto necesitamos sentirnos profundos con un robot?, ¿para que se están construyendo? Está claro que, para ciertas labores, donde la interactuación con las personas, es directa como en los casos de atención a personas mayores o ayuda a niños con problemas de autismo, de la comprensión de emociones puede ser conveniente.

Aquí estoy de acuerdo con Fran Ramirez, el autor del articulo sobre TARS. Personalmente creo que me sentiría a gusto con una I.A sin aspecto humano, o con una asistente tipo Samantha, de la película HER, además de que tenemos la tendencia a antropomorfizar mascotas o cosas, a los que vamos cogiéndoles cariño, atribuyéndoles características humanas que realmente no tienen. Confieso que yo lo hago con algunas cosas, con el coche, por ejemplo, cuando se pone en reserva, le digo, tranquilo, vamos en camino a darte de comer. Pero soy consciente de esa antropomorfización.

Si bien el primer articulo al que me refiero sobre hablar de filosofía con un robot, si bien por cuestiones de darse notoriedad, llamar la atención con Sophia. DotCSV nos advierte del error, y del daño que está haciendo Hanson Robotics a la I.A con Sophia. Y que comparto con vosotros como guinda de esta entrada.

En mi opinión la antropomorfización de los robots, de las I.As tendrán que analizarse con cuidado, ver en que ámbitos son realmente necesarios que la tengan y que nivel de esta es conveniente. Ya después, cada usuario le irán o no atribuyendo otras características humanas.

El articulo de Sophia lo encontré inicialmente en Athene Blog, pero como solo era una transcripción fiel, sin comentarios añadidos, he preferido poner el enlace al articulo original que es del diario El País de su sección “Verne”

La imagen de portada la he creado usando una imagen de Wikimedia donde aparece Sophia y una imagen de Flickr de Ochre Jelly