He sido normalmente una persona introvertida, aunque sociable, es cierto que preciso de estar mucho tiempo conmigo mismo, con mis cosas, pero preciso de la amistad de la compañía, de poder intercambiar con otros.
Nunca me he destacado por ser hábil corporalmente, también que por parte de la familia se me había colgado “El San Benito” de ser bastante patoso, bueno, lo que había en mi entorno normalmente, fútbol; era de los últimos por no ser el ultimo en ser elegido, aunque he de decir que el fútbol nunca fue santo de mi devoción, jugaba mas para interactuar con otros chicos que por que me gustara realmente, así me fue.
Tengo una imagen borrosa en mi mente, de ir con mi madre, a un grupo de chicos del barrio para que jugara con ellos. Pero no voy más allá, todo lo que aventure sobre dicho momento dudo que sea como paso realmente, esta todo en una nebulosa.
Los deportes que más me han atraído han sido las artes marciales, aunque por un motivo u otro, rara vez pase al cinturón naranja, más porque había otras cosas que me atraían más la atención.
A pesar de mi poca desenvoltura en terreno firme, encontré mi elemento preferido, pero se limitaba a los meses de verano, el agua. Sobre todo, bajo su superficie. El poderme moverme, desplazarme de diferentes formas, estaba como pez en el agua. Además de ir aumentando poco a poco mi capacidad pulmonar para permanecer más tiempo bajo el agua. Ahí, nadie me decía nada, estaba en mi elemento.
La música, la principal desencadenante de mi relación con el cuerpo.
La música entro tarde en mi vida, creo que a los 14 años con un radiocasete Philips, radiocasete del que casi me apropie, a mi padre le grababan las cintas de música sus compañeros de trabajo, y eso era lo que escuchábamos. También en las vacaciones en casa de mi abuela, en Valencia, un aparato grande, de esos que eran un mueble completo, allí, lo que se escuchaba era la zarzuela.
La radio, poco, la tenia mi madre en exclusiva casi, y los programas de música que había por aquel tiempo, era los 40 principales y similares, no me gustaba, nunca me han gustado, era muy poca la música que ponían la que me gustaban, y además siempre interrumpida por las cuñas publicitarias. Por aquel entonces apareció Radio80, bastante mejor y por aquel entonces no conocía o no existía Radio 3 de Radio Nacional, mi favorita.
Comenzó la época de discotecas, años 80, no fui mucho, el grupo de amigos en el que me encontraba no eran de discoteca, pero la música electrónica del momento me alimentaba, podría estar toda la sesión bailando sin apenas cansarme, bailando de aquella manera, si, pero no estaba ahí para lucirme ante los demás, solo bailaba si bien reconozco que no perdía ojo si había una chica que me gustase, pero mi inseguridad personal me hacia desistir pronto de cualquier intento en esa dirección.
Soy una persona tranquila, reflexiva, movimientos pausados, he huido normalmente de cualquier actividad competitiva a nivel físico y a otros niveles también. Si bien, para cortos Sprint, para alcanzar la guagua (el autobús), he subido bastantes veces a los árboles, pero siempre como parte de un juego o porque me picaba la curiosidad de algo que había en sus ramas.
En definitiva, aunque me considerasen un tanto patoso, me han dejado hacer, si mis padres han tenido temores al respecto se lo han sabido guardar, no me he sentido sobreprotegido, mas bien a veces, todo lo contrario.
Comenzando una relación estrecha con mi cuerpo
Han pasado los años, me case, tuve hijos, me divorcié, esto me removió y me percate de que necesitaba ayuda, la encontré y resulto que esa vía me estaba gustando así que empecé a formarme, me forme en Gestalt y aquí me di cuenta de una cosa, de cómo había dejado relegado el cuerpo, hasta entonces no era mucho mas que el transporte de mi cabeza, si, disfrutaba, disfruto del agua, de la música, del contacto con mis semejante pero era la cabeza, mi mente la que fijaba las prioridades en la vida, en el contacto con mi entorno.
Me di cuenta de que precisaba conocerme mejor corporalmente, que mente y cuerpo se conocieran mejor, la Gestalt me había colocado en el aquí y ahora, me había ayudado a darme cuenta de mis mecanismos de evitación, había reforzado mi sistema emocional y utilizar mis luces y sombras de una manera sana para mí y mi entorno.
Tocaba ya trabajar con el cuerpo, fue una conclusión que salió de la Gestalt, mi cuerpo tenia mucho que decir, mucho que liberar en este momento.
Darle espacio para expresarse libremente, que mente y alma se pusieran en modo escucha y dejaran al cuerpo hacer.
La triste relación mente-cuerpo
La mente por lo normal es quien manda, son muchas cosas las que hay que hacer que dejamos las necesidades corporales al mínimo y normalmente bajo una estricta disciplina o un abandono total.
O sea, correr todos los días x kilómetros en y minutos a tal hora, seguir una dieta crudivegana (macrobiótica u otra bastante limitante) acompañadas de no sé cuántas píldoras de complementos vitamínicos y similares.
O pasar a un abandono total, de moverse lo imprescindible para ir a trabajar, comer, ir al baño, o a la cama, si es que no te quedas frito en el sillón. Alimentarse exclusivamente a base de hamburguesas, pizzas, chino, y entre horas completarlo con bollería industrial y refrescos, normalmente pedido todo por teléfono/app para que te lo lleven a casa.
Pero lo comentado anteriormente, son los extremos, entre ellos la escala de grises es enorme. Y lo normal, al menos yo, es que me mueva en una franja pequeña de esos grises, dependiendo del momento en el que me encuentre, pero busco estar centrado.
Expresión corporal, permiso para dejar hablar a mi cuerpo
Ir a las sesiones de expresión corporal me han hecho, me hacen mucho bien, me han permitido aumentar mi registro de expresión corporal. Normalmente lo hacemos en un margen bastante estrecho, por ejemplo, bailando. Cuando suena esa música que te hace levantar de la silla, ¿Como la bailas?, en algún momento, ¿te has parado en observar como lo haces?.
En estas sesiones he encontrado que seguir el movimiento del facilitador, o de otro compañero, hace sentir de forma diferente. muchas veces no me dice nada, otras, es un descubrimiento para mí, puede que encuentre placer en ello, puede que me despierte emociones que me desagradan.
Lo importante es que estas en un entorno seguro, donde explorar libremente esos movimientos. Que despierta en ti esa forma de moverse, esa música y explorarlo, ver a donde te lleva y tener la compañía del facilitador u otro compañero, para transitar ese momento, unas veces placenteros, divertidos, otras dolorosos o muy dolorosos pero todos ellos liberadores cuando has recorrido todo el camino de ese momento.
Este es el camino que yo estoy siguiendo, para mí, el camino de en medio. Donde la cuerda de la guitarra esta afinada y su sonido alimenta cuando es pulsada.
Sistema “Rio Abierto”
El sistema de movimiento expresivo del que he hablado es el de “Rio Abierto” hay otras corrientes, que apenas conozco y por lo que no puedo comentar sobre ellas, tan solo que para mí, Rio Abierto ha sido perfecto, quizás para ti no, y lo sea la Biodanza o las danzas de Gurdjieff por ejemplo, todo es cuestión de probarlo , ver cómo te sientes durante las sesiones y después de ellas.
Comparto con vosotros el video presentación de Rio Abierto España, no creo que tenga que añadir mas, que por cierto ya lo aborde en: “Informáticos”: esos frikis Asociales. !Menuda etiqueta nos ha puesto¡.
Me doy algo más de un mes para indagar en estas otras formas, y escribir un post sobre ellas, y espero que desde un punto de vista ya experiencial. No solo teórico. Lo acabo de añadir a mi calendario editorial.
¿Cómo es tu relación con tu cuerpo?
Si bien es abrirse y comentar sobre algo tan intimo es difícil, os animo a ello, me comprometo a no enjuiciar por mi parte, y eliminar cualquier comentario negativo que otros puedan hacer sobre vuestras contribuciones.
Créditos foto cabecera: Leandro De Carvalho en Pixabay