Antes de los dos últimos artículos he pasado varios meses sin publicar y quiero hablar del motivo. Me había enganchado a un juego de esos denominados «Pay for win». Se llama Storm shot.
Hace unos años ya estuve enganchado a otro, aunque no recuerdo que fuera con la intensidad que he sufrido esta vez.
La Droga
Stormshot es un juego en el que tienes que desarrollar un país con unos cientos de miles de soldados de alto nivel a partir de la unión de unos pocos supervivientes.
Cuando alcanzas el nivel 8, si mal no recuerdo, puedes unirte a una alianza, buscando protegerte y ayudar a otros de ataques adversarios.
Confieso que invertí algo de dinero en el juego, unos 30-40€. Principalmente para pasar más rápidamente de nivel. A partir del nivel 29 el tiempo que había que dedicar era alto. Veía como otros jugadores subían rápidamente de nivel y cambiaban de aspecto sus Naciones. Yo lo pude cambiar unos días porque me regalaron una “Skin”. Ya en el nivel 32 decidí dejar el juego. Cambié el nombre y el avatar y lo perdí en el mapa. Eso sí, más cerca de la alianza a la que había pertenecido. Pero les iba a costar, lo dejé cargado de tropas a nivel 7-8.
Han sido más de tres meses en los que el tiempo … ¿perdido? dedicado al juego hizo que abandonara el blog.
Me percaté de lo enganchado que estaba, pero me autoengañaba diciendo que en cuanto alcanzara el siguiente nivel abandonaba el juego. Pero no fue así hasta que alcancé el nivel 33. El coste en tiempo, sin pagar, era demasiado alto y, de haber pagado por ello, también hubiera sido alto. Comentar que, en el chat de la alianza, quien estaba como líder y puesto más alto confesó haber gastado demasiado hasta el punto de tener en ese momento deudas, e intentaba recuperar algo de dinero vendiendo Skins. Curioso, podría haber sacado un dinero vendiendo la cuenta en Reddit, lo acabo de comprobar.
Como caí
¿Cómo me enganché? Después del último enganche con «White Out Survival”, hace un par de años, evitaba todos los juegos de este tipo. Pero Stormshot me engañó. Parecía solo un juego de cálculo espacial para que las balas, usando rebotes en diferentes ángulos, matara al pirata o al fantasma. No había más. Cuando entré en el juego eso era lo de menos, detrás se escondía un juego de desarrollo y alianzas. Bueno, me dije, con probar unos cuantos niveles no pasará nada. Pero sí que pasó y me volví a enganchar.
El desenganche
Lo bueno es que al segundo día de desenganche ya estaba bien. Empezaba a recuperar mi actividad cotidiana y me prometí no volver a caer. Días antes del desenganche habitaba en mí el desasosiego. La sensación de perder el tiempo tontamente. De ver cómo pasaba tiempo sin publicar nada en la web. La desatención a mi pareja e incluso a mí mismo, al haberme acostado más allá de las 3 de la madrugada quedándome sin energía para levantarme al día siguiente.
Posiblemente vuelva a caer, pero espero que no sea hasta dentro de varios años, mínimo tres.
La cuestión es evitar jurar que no vas a caer. Lo mejor, al menos para mí, es estar por lo menos más tiempo sin jugar que en el intervalo previo. No caer nunca más, nuevamente, es pura fantasía. Posiblemente quienes fuméis lo hayáis experimentado unas cuantas veces. O a cualquiera de nosotros con los propósitos de año nuevo: empezar a ir al gimnasio, dejar de comer dulces, beber menos… ¿cuánto nos ha durado el llevar a cabo el propósito? ¿Un mes, 15 días, una semana, horas? Claro, después vienen los sentimientos de culpa, las auto descalificaciones, el autocastigo absurdo…. y os pregunto, estas auto descalificaciones ¿mejoran en algo la situación? Lo único que se consigue es sentirse víctima de sí mismo por unos días hasta que se pasa y no vuelves a acordarte de ello hasta el mismo 31 de diciembre, desde pocas horas antes del fin de año.
¿De donde surge la dependencia, el enganche?
Por lo que he estudiado, por lo experimentado en uno mismo, la dependencia, el enganche no están en la sustancia, en el juego, en el trabajo. La adicción está en uno mismo, en nuestras carencias. Carencias muy bien aprovechadas por el mercado para vendernos lo que sea. Hay sustancias de efectos más sutiles que nos pueden enganchar casi de modo imperceptible a un producto y, en cuanto lo sepamos, tenderemos a culpabilizar al producto, a la empresa que lo ha introducido en sus productos en lugar de volver sobre uno mismo y preguntarse ¿qué carencia mía, propia, estoy tratando de cubrir consumiendo este o aquel producto?
En mi caso, a uno de mis yoes le gusta dirigir. Hacer que un equipo o una población crezca, evolucione, colabore con otros, y esto lo ha encontrado en este tipo de juegos.
La verdad, podría haberlo llevado a cabo en mi vida laboral, pero me falta el don de la palabra, ese de contagiar la ilusión, el compromiso en una disertación. También es cierto que otros yoes dentro de mí no están por apoyar a esta parte mía, están más por una existencia más reposada, de diálogo, sin buscar convencer pero abierto a aprender de ello.
En definitiva, como este yo dirigente no va tener oportunidad real de ejercer de forma real este papel, al descuido más pequeño, volverá a sus andadas. Volveré a buscar el punto medio, que este yo se contenga en unos márgenes claros de tiempo. Y, probablemente, termine cortando de cuajo la adicción. De momento tengo un punto a favor, no tengo que pasar por un síndrome de abstinencia, o éste es muy leve. Otra cosa es desengancharme del azúcar, si bien sería mejor dejarla totalmente, me cuesta. Eso sí, he logrado un control bastante importante de su ingesta, ¿cómo? poniendo en diálogo a todas mis partes. Intelectualmente, todo lo que sea repostería industrial la evito. Puede que al mes caigan uno o dos donuts (no estoy seguro de que le ponen dentro, pero son con los únicos que me permito «pecar» con el cuerpo). Me escucho, ¿cuánto tiempo hace de la ingesta de algo con azúcar? De este modo logro desenmascarar a mi centro emocional que está intentando hacerse pasar por mi cuerpo. Es un buen momento para analizar la situación, ¿qué estoy echando de menos en ese momento que me impulsa a tomar azúcar en la forma que sea? Quizás, en ese momento, preciso el apoyo de otras personas y no lo estoy teniendo. Y de forma inconsciente sustituyo eso por media tableta de chocolate. Y lo haría si no me percatara de ello. Quizás termine comiendo un par de onzas, dudo de que llegue a esa media tableta y además lo haré conscientemente, y disfrutando de esas onzas. Cosa que si lo hacemos bajo el impulso de la adicción nos la comeremos sin más, casi sin darnos cuenta de ello, como suele pasar con los fumadores y los cigarrillos.
No puedo ir más allá de mi propia experiencia,
No he tenido el infortunio, al menos de momento, de haberme enganchado a drogas, rutinas perniciosas que me hayan llevado a terapias de desintoxicación. Y, por tanto, salvo por la lectura, o por algún testimonio de alguien cercano o cliente no me siento competente para tratar esta parte.
Tan solo que, cuando se haya conseguido superar. El trabajo sobre sí, de autoconocimiento, será clave para que el riesgo de volver a caer en un enganche haya disminuido en un porcentaje muy alto.
He obviado los enlaces a los videojuegos, primero, porque podría facilitar el enganche de algunos de vosotros y me niego. Segundo, no me pagan por hacerles publicidad, aunque tampoco aceptaría escribir recomendaciones pagadas.
Gracias por leerme, espero vuestros comentarios.