¿Qué pasa dentro de ti cuando alguien te dice “No te Justifiques”?

Desde que me pasó, no ha dejado de darme vueltas en la cabeza, y sé que una de las mejores cosas para que esto pare es dejarlo por escrito, se haga o no público. En este caso lo hago público, eso sí, solo la persona a la que aludo sabrá que me refiero a ella.

La semana pasada la pasé en Ámsterdam, fue el jueves por la mañana. Como el grupo del que formaba parte estaba constituido por personas de múltiples nacionalidades e idiomas, el idioma de comunicación fue el inglés. Si bien leo prácticamente a diario, mi listening deja todavía bastante que desear y eso que ya llevaba una semana en Ámsterdam.

Ahora no consigo recordar qué me preguntó exactamente, solo que cuando empecé a contestarle, me paró diciendo que no me justificara. Esto me paró en seco, apenas había dicho nada, y sin apenas conocernos, ¿cómo sabía que me estaba justificando?… ¡Ya me acuerdo¡, me preguntó sobre mi forma de ser, de relacionarme con los demás. Tengo la costumbre de observar, de escuchar mucho más que hablar. Sencillamente hablaba, me implicaba si el tema era interesante, que, si bien podía hablar de temas sin trascendencia para mí, era raro que lo hiciera por más de 2-3 minutos. Me aburren estos temas. También está mi tendencia a hablar demasiado rápido que casi no me entiendo ni yo mismo, pero que, de momento, al pensar más detenidamente para comunicarme en inglés era bastante improbable pero no imposible que me pasara.

No había terminado de completar la primera frase cuando en una pausa, para tomar aire, y me interrumpió. Esto provocó en mí una fuerte fricción. Yo no sentí que estuviera justificándome, ya que mi intención era solo comentar todo el proceso. No buscaba justificación, tan solo ponerle en antecedentes de lo que había y el motivo por el que me comportaba como lo hacía. Para nada evitar o buscar perdón por mi forma de actuar.

Cuando empiezo a decirle que no me estoy justificando, a la menor pausa me interrumpe nuevamente. No me siento escuchado y así se lo hice ver. Si no esperas a que termine de hablar, ni respetas mis silencios, ni dejas que termine, mi tendencia es a romper la comunicación. No me interesa hablar con una persona que no escucha. Le pedí que no me interrumpiera a la primera pausa que hiciera, que esperara un poco.
Esto que sigue no se lo dije, pero lo añado ahora. Si una persona interrumpe a la mínima pausa que aparezca no está escuchando realmente, tan solo está esperando a soltar su discurso independientemente de lo que ha dicho la persona, en este caso yo, justo en el momento previo.

¿Y qué viene a continuación? entra un automatismo, necesito decir todo lo que tengo que decir. Como en parte sé que la otra persona no está escuchando realmente, descuido mi velocidad, entonación… con lo que probablemente no se me entienda. Como tengo la percepción de que el otro solo está esperando a soltar su discurso a la primera pausa que haga, al menos yo me alivio. Esto pasa con una o dos interrupciones más, me doy cuenta de lo que me está pasando y paro. Se lo comento a mi interlocutor: no me siento escuchado, me estas interrumpiendo continuamente, y por tanto tiendo a actuar de esa forma. Y esto no me interesa. O hay más escucha o sencillamente termino la conversación yendo con otra persona o solo.

Creo que le cansó lo que le comentaba, o que no conseguíamos comunicar de una forma efectiva, pues me dijo que tenía que tomar unas fotos y allí termino nuestra conversación.

Automatismo de defensa

Hay momentos en los que tenemos muchas ganas de hablar, de dar a conocer nuestras experiencias, nuestras ideas, hipótesis y tendemos a propagarlas a los cuatro vientos, con el primero que creemos que puede entendernos. Le hablamos y hablamos, pero en raras ocasiones paramos realmente a escuchar al otro, en cómo le resuena lo que estamos diciendo, da la impresión de que queremos imponer nuestro punto de vista sí o sí.

Sí, una causa de no escuchar es el temor a que nos ninguneen la idea, nos ignoren, o sencillamente que nos hagan ver que la idea, la hipótesis hace aguas por todas partes.  Es duro que nos desengañen, pero a veces es más duro que a uno lo tomen por el pito del sereno. Y es que el rechazo, el ser ignorado por nuestro entorno social más cercano, duele muchísimo. Pero, hay que seguir adelante y requiere valentía para ello.

No enjuiciar prematuramente

Sabemos realmente que alguien se justifica cuando le conocemos algo, cuando realmente sabemos cómo actúa.  Decir de primeras a alguien que se está justificando ¿no será que lo único que pretendes es imponer tu forma de ver las cosas sobre el otro? ¿Y lo que dice él te está de una forma u otra rompiendo la línea, el ritmo argumental?

Solo me queda decir para terminar esta sección: Escucha, escucha, escucha.  Aunque escuches algo que produzca fricción dentro de ti, a veces es necesario dicha fricción. Ayuda a descubrir dentro de uno sombras que ni sospechaba tener.

Mis antecedentes, o mejor, jejejeje, mi justificación para justificarme

Heredé de mi padre el poner en antecedentes a mi interlocutor, en el cómo he llegado hasta el momento presente. Sé que mi madre le decía que se enrollaba demasiado. La cuestión es que esto en mí no ha disminuido, sino que se ha cristalizado en mí con las sucesivas lecturas (voy por la tercera) de » Viaje al Oeste: las aventuras del Rey mono”.  Donde cada vez que le preguntan a uno de los protagonistas, estos relatan un resumen de dónde vienen, y porqué hacen lo que hacen sin buscar compasión por lo que son, ni perdón por lo que han hecho.

Consultando fuentes externas

Hasta este momento, no había tratado de buscar información sobre qué era justificarse, en fuentes fiables. He dado con tres, seguramente habrá más. Eso sí, eso ya os lo dejo a vosotros que, si os ha motivado la lectura de esta entrada, seguramente buscareis más a fondo.

Del Artículo deLa mente es Maravillosa, rescato el siguiente párrafo:

¿Cómo exponer mis motivos sin que sean justificaciones y excusas?

En muchas ocasiones, ante la comunicación de una decisión tomada, es necesario y conveniente exponer los motivos de tu postura. En este caso, expresar porqué has tomado la decisión, no tiene que ser una justificación ni una excusa, para ello tienes que tener en cuenta:

– Que el motivo sea claro, conciso y escueto.

Ir directo al grano, sin rodeos en tu explicación.

– Exponer el motivo con seguridad, contundencia y como una certeza.

No dudar en la exposición, ni añadir motivos inciertos.

– Que la explicación sea relativa a tu decisión, por lo tanto, interesante para la otra persona.

Del artículo de «El psicólogo en casa» extraigo lo siguiente:

Para dejar de justificarte por las cosas que haces, tendrías que tener muy claro que tu vida sólo te pertenece a ti y que tienes el derecho de hacer lo que tú quieras con ella, sin la necesidad de explicarlo a nadie. Tendrías que atreverte a no dar explicaciones, a no complacer a los demás, y por lo tanto, atreverte a quedar mal si ese fuera el caso.
No es lo mismo dar unos motivos, que consiste en dar unas razones claras y concretas, que justificarte, que consiste en darle vueltas al tema, intentando que la otra persona no piense mal de ti.

Recapitulando:

Entre estos últimos recortes de los artículos consultados a posteriori y lo escrito previamente, compruebo que, si bien no estoy libre de justificarme en algunos momentos, compruebo que esta justificación cuando aparece, lo hace como un automatismo. Aunque ya cada vez me doy más cuenta de ello, y lo voy controlando antes al ver el momento y con quien me encuentro. A veces me digo: ¿qué estoy haciendo? A esta persona con la que me estoy justificando, ni la conozco y posiblemente no la vaya a ver más en mi vida. ¿Para qué soltarle todo este rollo que ni le va ni le viene? Otras veces lo hago conscientemente, más para rellenar un silencio que en ese momento, con esa persona se está volviendo incomodo y ninguno podemos escapar del lugar por el motivo que sea. Sé que a la persona puede que no le interese lo más mínimo, pero es como poner la TV de fondo con algo que no te desagrade antes de que alguien la encienda y te ponga Telecinco con «Sálvame». Aunque esto cada vez me sucede menos.

Si que «justifico» para no perder tiempo. Cuando expongo la hipótesis, el motivo por el que hago algo, cuando quiero que el interlocutor conozca mis definiciones para algunos de los términos sobre los que estamos hablando y de cómo ha sido mi experiencia para llegar a ese punto. Empiezo exponiendo mi sistema de referencia. Pués creo que, de este modo la conversación puede ser más enriquecedora para ambas partes.

Cuando alguien, sin conocerme, me dice que no me justifique, es que realmente no le interesa lo que voy a decir. No me lo tomo por lo personal, sencillamente porque no me conoce y yo no la conozco. Probablemente sea un automatismo suyo, aun así, cambio un poco la forma de comunicar lo que quería decir manteniendo el mensaje. Si la persona insiste en que me estoy justificando y no es mi terapeuta o mi maestro, entonces busco terminar de forma amable la conversación (aunque el otro haya podido ser un tanto desagradable) e ir hacer otra cosa.

¿Te has percatado cuándo te estás justificando? ¿qué ha pasado en ti cuando te percatas de ello? ¿cómo esta resultando esta fricción provocada por estas últimas preguntas?

Te animo a que me lo comentes en privado o como comentario público a esta entrada. Gracias por haber llegado al final de este artículo.

Imagenes: La imagen de portada es un montaje a partir de Imagen de Stefan Keller e Imagen de Max en Pixabay, la imagen que esta independiente es de 愚木混株 Cdd20 tambien de Pixabay