Tenemos filósofos, científicos, escritores… desde hace siglos, pero han sido minoría. Unos pocos entre millones de seres humanos analfabetos. Unos pocos que se preocuparon en dejar su conocimiento por escrito. Conocimiento del que al parecer ha llegado hasta nuestros días mucho menos del que fue escrito.
Por otro lado, como en su momento comente en “¿Hasta qué punto somos seres Racionales?” Ese “poco” tiempo de uso de la mente y la preminencia del cuerpo y las emociones por llevar más tiempo de evolución. Esa diferencia de tiempo hace que la mente no tenga poder real, de momento, sobre el cuerpo y emociones que se ha pretendido, al menos de forma general.
Solo desde la Revolución Industrial, al menos en la sociedad occidental, es cuando se empezó a educar al resto de la población.
En estos dos últimos siglos se le ha dado una importancia a la inteligencia a costa de despreciar lo emocional, lo corporal.
Ahora, en el siglo XXI, empezamos a darnos cuenta, de manera generalizada, de cómo los problemas psicológicos son cada vez más acuciantes. Cómo se está demandando más atención psicológica y los profesionales no dan abasto.
El intelecto ha tratado de aplastar y suprimir a los centros emocional y motor. Llegó un momento que parecía que había ganado definitivamente, pero lo único que había hecho era taparlos. Enviarlos a los lugares más oscuros de nuestro interior. Pero cuando menos se los esperaba emergían a la superficie, causando muchos daños en el entorno y en uno mismo. Esta ha sido la parte mala pero la buena es que también ha valido para reducir los conflictos entre nosotros. Por ejemplo, volar más de 300 personas durante horas en un tubo cerrado, que es el avión, sin matarnos entre nosotros.
Al menos, en lo que consideramos occidente, hemos estado prácticamente más de 80 años sin graves conflictos como guerras. Bueno, nos las hemos ingeniado para que luchen terceros países, después de haber sembrado discordia entre ellos para saquearles los recursos. La verdad, se les ha dado muy bien a nuestros mandatarios. Bromas aparte, el intelecto nos ha permitido aumentar nuestra esperanza de vida.
Disfrutamos de bienes que apenas hace 100 años solo disfrutaban la realeza y burguesía. La inmensa mayoría ya sabemos leer y escribir (otra cosa es que lo hagamos). Nos podemos comunicar con la otra punta del mundo instantáneamente cuando, antes del teléfono, podían pasar días por no decir semanas o meses para tener noticias de un familiar en un pueblo o ciudad cercana.
¿No ha habido alternativas hasta ahora?
Ha habido siempre corrientes, escuelas que han tratado de ayudar a quien se acercaba a ellas. Aunque probablemente no fuera el tipo de ayuda que buscaban quienes llegaban a ella. Actualmente, esta mayoría busca medicación o seguir en tratamiento muy acotado en el tiempo y ser curados para ever forever, sin más esfuerzo por su parte.
Estas escuelas siempre han estado ahí, pero han exigido mucho trabajo para con uno mismo, no por un periodo definido, sino de por vida. Cierto que hay talleres de varios días para aprender algo, pero después tienes que trabajarlo contigo mismo. Cierto que los que están en estas corrientes no realizan su trabajo a diario. A veces pueden pasar días, semanas, pero el trabajo siempre vuelve a uno. Y uno se hace consciente del tiempo que ha estado «dormido» y vuelve al trabajo sobre sí.
¿Realmente el pasado fue mejor?
Viendo las gráficas, parece que antes estábamos mejor. Éramos más felices, aunque viviéramos menos. Pero no os engañéis, es una deducción demasiado simplista y peligrosa si nos ceñimos a ella.
Hemos subido un escalón, en el que no habíamos estado antes, o quizás sí, pero ya olvidado. Por primera vez nos encontramos en una situación en que se ha superado la masa crítica de personas con formación intelectual suficiente para, como especie, alcanzar un nuevo nivel de desarrollo.
Podemos recibir consejos, formas de solucionar un problema. Pero cuando viene de fuera esto tiene un alcance muy limitado en el tiempo y en uno mismo. Cuando se ha solucionado tendemos a olvidarnos.
Para una mejora permanente, al menos a medio y largo plazo es preciso un trabajo continuo sobre uno mismo.
La mayoría de las veces parece que el problema ha quedado solucionado y no se va a volver a presentar por lo que abandonamos ese trabajo y cuando más distraídos estamos el problema vuelve a emerger. Quizás no con tanta fuerza como la anterior vez pero que si no tomamos cartas en el asunto volverá a aparecer recuperando la fuerza perdida.
Recapitulando.
En los últimos 200- 300 años hemos alcanzado la masa crítica en población con una madurez intelectual suficiente para dar el salto a un escalón superior. Ahora nos encontramos en él. Han surgido nuevos problemas, problemas que a muchos les hacen añorar tiempos pasados. Tenemos mucho que aprender, aprender a que nuestra mente escuche a nuestro cuerpo y esencia (alma, espíritu o como lo llaméis).
Hasta hace 200 años lo visceral nos gobernaba, después vino la ilustración y la industrialización. Con ello, aunque fuera por motivaciones egoístas de quienes tenían el poder, se enseñó a la población a leer y escribir, a estudiar para manejar la maquinaria. Pero esto superó todas las expectativas. La educación trajo más innovación, había más mentes formadas y todo se fue retroalimentando. La cuestión es que se nos ha enseñado a producir, a trabajar, a ser útiles para quienes nos contratan.
El interés por una educación integral no ha llegado a esta masa crítica necesaria. Además, no parece haber interés institucional real para que sea así.
¿Qué nos queda? buscarnos la vida por nosotros mismos. La lectura de libros ayuda, pero solo hasta un punto y no demasiado, aunque a veces una lectura nos ilumine. La búsqueda de un grupo puede ser larga. Nuestras inseguridades, nuestra necesidad de reconocimiento puede hacernos caer en grupos que nos enajenen todavía más. Aun así, continúa buscando. Yo, personalmente, de momento he tenido suerte. O, mejor dicho, he elegido bien. Eso parece y doy Gracias por ello.
Fuentes gráficas: montaje realizado por mi, usando las imágenes de : Erik Howle y Pete Linforth de Pixabay y la principal, generada por Pilot de Bing.